El niño dijo que valía 50 centavos, pudo decirme 5 lempiras que igual hubiera pagado. Fue así como subimos a esa temblorosa barcaza que se meneaba como hoja en el mar.
Todo por tenerte a mi lado, cuando las olas se levantaban y te pegabas a mi pecho que también saltaba acelerado... no se si por el temor al viento o por sentirte tan cerca.
Volvería a montarla... gastaría de nuevo los cincuenta centavos, todo por que estuvieras nuevo allí.