Amor a través del tiempo

Pueden pasar tres mil años.
Puedes besar otros labios,
pero nunca te olvidaré,
pero nunca te olvidaré.

Puedo morirme mañana.
Puede secarse mi alma,
pero nunca te olvidaré,
pero nunca te olvidaré.

Pueden borrar mi memoria.
Pueden robarme tu historia,
pero nunca te olvidaré,
pero nunca te olvidaré.

Cómo olvidar tu sonrisa.
Cómo olvidar tus miradas.
Cómo olvidar que rezaba
para que no te marcharas.
Cómo olvidar tus locuras.
Cómo olvidar que volabas.
Cómo olvidar que aún te quiero
más que a vivir, más que a nada.
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Anciano en el parque

Si, han pasado muchos agostos; bien me arrecuerdo como este árbol era pequeño, nos subíamos a sus ramas y el padre nos sacaba corriendo a fajasos. Fue hace mucho, este pueblo apenas era de cuatro cuadras al rededor del parque; para ir a Tegucigalpa lo hacíamos en mula.

Mi hijo mayor esta en Nueva York, allá se hizo estilista; un día vino aquí con el pelo a la cintura, todo amarillo y unos mates que solo le duraron dos días pues lo corrí de la verguenza. El otro está en Miami, ese se casó y tiene unos bonitos niños, ha mandado fotos, pero no viene por aquí.

Solo me quedan mis nietos de la hija que está aquí, vive en Las Tres Rosas, ellos van a la escuela. También me atienden despues de que mi señora murió; allí les damos leche porque todavía nos quedan unas vaquillas y la misericordia de Dios.


...tomado de la interpretación de su mirada...
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Mala suerte en Tela

A muchos les habrá pasado, planifican todo para un fin de semana en la costa norte de Honduras, las opciones:

Tela
La Ceiba
Trujillo
Omoa


Pues decidimos por Tela, en el departamento de Atlántida. Los niños listos con sus salvavidas y una comadrona que los cuide. Las chicas lindas, con sus bikinis, protectores solares y todas esas ondas que se echan encima.

Nosotros con los implementos para experimentar surfing, dispuestos a quebrarnos un diente y una nevera llena de todo.
Llegamos a Progreso y la noticia del huracán Dean nos dejó con las ganas, las fotos salieron grises, comimos sopa de caracol y las burras que llevabamos de Tegucigalpa. Los niños jugaron nintendo y nosotros le sacamos provecho a las habitaciones del hotel, como Dios manda.
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El Falso

En muchos pueblos de centroamérica se le llama "falso" a una puerta formada por alambre de púas y troncos, como el de la gráfica. Es sorprendente como crecimos en estos ambientes naturales, de cinco años montábamos un caballo e ibamos al otro lado del río a buscar las vacas; luego apartábamos los terneros y por la mañana ordeñábamos también.

el sabor de la leche espumosa, en una hoja de guayaba es imposible de olvidar.
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